DÉCIMO CUARTO CUENTO. Ah!, la vie!

PRIMER ACTO: EL QUIOSCO.

—¡Chocolate! —dijo el niño mellado.
—¡Vainilla! —replicó la niña de los totos.
—El chocolate está más sabroso —expuso el chico con docto aire.
—Ya, pero la vainilla es más suave —ella no iba a rendirse—. Además, soy yo la que lleva el dinero.
—Vale... ¿Vainilla y chocolate? —se humilló el niño.
—¡Vainilla! —cerró ella la conversación de forma tajante con su voz de pito.


SEGUNDO ACTO: MON AMOUR.

—¿Iremos a París? —pregunto la chica, jugueteando con su lengua en la oreja de él.
—No, iremos a Roma —contestó el joven, mientras miraba fotos del Coliseo en el portátil. Eso sí, sintiendo un ligero cosquilleo en su lóbulo izquierdo.
—Pero París es mucho más romántico —reprochó ella, alargando la sílaba tónica y simulando un puchero.
—Puede ser, pero Roma es Historia —dijo por el mero hecho de querer llevar la razón—. Dime, ¿de quién fue la idea del viaje?
—¡Jo!, y, ¿por qué no Estambul? —suplicó mientras le acariciaba el cuello.
—¡Nos vamos a Roma! —fue la respuesta final, mientras los billetes de avión se imprimían.


TERCER ACTO: LA DIVINIDAD.

—¡Gloria!, es un bonito nombre, ¿verdad? —exclamó con la ilusión típica de un primerizo.
—La niña se llamará María —contestó con mirada penetrante y una seriedad atípica en ella.
—Gloria es nombre de diosa, de ser una persona excepcional, superior al resto —dijo él, con el mismo énfasis del que ruega por su vida.
—Pero María era su abuela, y María será ella —atajó la bella y embarazada mujer—. Y tú preferías un niño, así que soy yo la que elige.
—Podría llamarse Carolina —lanzó él, de forma casi retórica.
—Dile hola a María —le dijo ella, colocándole la mano sobre su vientre para que sintiera las patadas del bebé.


CUARTO ACTO: ATRACCIÓN.

—Mis cenizas serán esparcidas por el aire, desde un globo —dijo la anciana, con la mirada ausente.
—A mí me enterrarán bajo un árbol —continúo el viejecito que la sujetaba de la mano.
—Yo seré libre, llevaré de compañero al viento —susurró, esbozando una sonrisa.
—Y yo daré vida a la tierra —también él sonrió—. Mi muerte no será un final, si no un principio.


EPÍLOGO.

Nadie continúo la conversación. Empezaron a la contra, como enemigos íntimos. Siempre estuvieron juntos y felices. Quizás sus vidas estuvieran imantadas y confirmaran aquello que se dice de los polos opuestos. O, quizás, todo esto no es más que una absurda utopía.

Jeux d'enfants. Yann Samuell (2003).


Escrito el 21 de Abril de 2010.

No recuerdo en absoluto de dónde vino la inspiración para escribir esto, ni por qué decidí hacerlo. He de reconocer que me recuerda de algún modo a la película "Jeux d'enfants", pero no recuerdo si en esa fecha ya la había visto o aún no. Pero, la verdad, visualizo este relato con la estética del cine francés... No sé por qué. Así se entiende también que en su día, le pusiera el título en francés. Como concluyo en el epílogo, bien puede ser todo maravilloso, o bien puede ser todo una utopía... Pero no es sino la vida, desde un rosado punto de vista.

Esta noche empezará otro año. 2011. Todos sabemos aquello de "Año nuevo, vida nueva". Otra vida empieza hoy. ¡Feliz entrada en vuestra nueva vida!


Salud. Tomás.

1 comentario:

  1. Nunca me he visto esa película, pero si se puede mirar perfectamente desde el típico cine francés.

    No sé, pero me gusta porque son las diferentes fases de la vida y cómo hay que a veces ceder y otras no.

    Al siguiente =)

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