DUODÉCIMO CUENTO. Sunset (Puesta de Sol).

1977. No sabemos qué día es. Verano. Vemos todo con un ligero tono sepia, como si estuviera grabado con una vieja ‘ocho milímetros’. Estamos a ras de suelo, aparentemente en un descampado. Hay cardos, dientes de león, latas oxidadas, periódicos amarillentos... Nuestra vista gira ciento ochenta grados. Una casa vieja de paredes blancas y rejas azul celeste, el tejado color tierra. Un hombre, un chico... Quizás aún no sepa si es lo uno o lo otro.

Vamos recorriendo la figura con nuestra cámara virtual, centrándonos en cada detalle. Del color del chocolate, unos guantes raídos. Una cazadora de cuero en color negro, con una franja blanca en el pecho, en su izquierda, un escudo ficticio en el que figura la leyenda "Paddock". Pantalón chino acampanado, de un azul claro y extraño, en la rodilla derecha, tapando un roto provocado por una de tantas caídas, un parche de The Rolling Stones, unos abultados labios rojos con la famosa e irreverente lengua. Botas negras de cuando su padre hizo la mili. Las Ray-Ban de montura dorada ocultan sus ojos. No lleva casco.

La Bultaco Sherpa del sesenta y cinco, con su pintura roja desconchada, ya no es ni la sombra de lo que era cuando se la compró al dueño de aquel bar. Monta en ella y se dispara rumbo a poniente. Es imposible que vea algo. El Sol no le deja ver nada. Nosotros apenas podemos distinguir su negra silueta recortada en la inmensidad de una bola de fuego anaranjado, adentrándose en ella.

Cenitalmente, lo vemos rodear Málaga por las afueras, llega al Gibralfaro. Pone la pata a la Bultaco y se recuesta en la tierra, mirando la ciudad y el puerto a sus pies. Saca un Zippo que tiene un revólver dibujado en el cuerpo y la palabra "Wanted" en la capucha y se enciende un Ducados rubio. No habla, no se mueve... sólo inhala, exhala... y piensa.

Nos gustaría saber en qué piensa, ¿verdad?. Pero no lo sabemos. A lo mejor en primer plano nos cuesta menos averiguarlo... No. Él está con la vista perdida en el mar, parece que quisiera otear África desde aquí. El cristal de las gafas es oscuro, pero hay cosas que no se pueden ocultar. Su mirada es oscura, siniestra. No es mala, es triste.

El Sol, ya invisible desde donde nos encontramos, tiñe el cielo de naranja y el Mediterráneo de burdeos y sombras. El cielo ahora se apaga y empieza a encenderse en ámbar tenue la ciudad. Coge de nuevo la moto, arranca y desaparece de nuestro campo visual a una velocidad abrumadora.

Nadie sabe si alguna vez llegó a algún sitio.

Bultaco Sherpa.

Escrito el 14 de Enero de 2010.

Esta historia tiene tres fuentes de inspiración fundamentales y clarísimas: La novela ‘After Dark’ de Haruki Murakami, la película ‘El Camino de los Ingleses’ de Antonio Banderas y, por último, algunas historias que mi padre me contó sobre su juventud.

De ‘After Dark’, adopté en este relato la forma de narrar de Murakami —Leyéndolo tiempo después, he de reconocer, que quizás es casi un plagio, en su momento no me pareció tan exagerado—. Me encanta como una voz en off nos cuenta la novela como si del guión de una película se tratase y nosotros fuéramos el camarógrafo y su forma de incluirnos en la historia al estar escrita en primera persona del plural.

De la película de Banderas, una de mis favoritas, cogí nada menos que Málaga y el anhelo de ver más allá —‘Las costas de África’—, de la reflexión personal y la búsqueda de uno mismo. He de destacar que de esta película, una de las cosas que más me gusto —aunque me gustó todo— fue el trabajo de fotografía: la iluminación, las sobreexposiciones, los colores...

Y de mi padre —Aparte de que él también vivió un tiempo en Málaga— me apropie de una moto antigua y unos guantes marrones de cuero que tenía hasta el año pasado y no sé dónde los he metido —cosa que me jode, porque me encantan—.

Juzguen ustedes. Como pueden ver, mejor o peor escrito, este relato es uno de los que más bebió de fuentes de inspiración. Personalmente, es uno de los que más me gustan —o de los pocos que me gustan—.

Me veo en el deber de hacer un homenaje con la canción de hoy. Además, parece venir que ni pintada. Parece que el genio de Morente, sin saber que yo no la iba a descubrir hasta este mismo momento, escribió esta canción para ayudar al relato que os dejo hoy.

Enrique Morente Cotelo D.E.P. (1942-2010).


Salud. Tomás.

2 comentarios:

  1. Vaya manera de recrear una película. No he leido a Haruki, pero creeme que lo pondré en la lista porque la forma de narrar es muy cinematografica.

    Este me ha gustado mucho, al principio me costó cogerle el hilo, parece un poco barroco y todo. Me recuerdó un poco a la publicidad de hace años del vaquero de malboro creo que era, en fin, de cigarrillos.

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