VIGÉSIMO CUARTO CUENTO. El canto.

Una tormenta dantesca, impresionante... El barco se tambaleaba pareciendo que en cualquier batida iba a quedar del revés, sumergiendo al marino en las turbulentas aguas que querían matarlo.

No se explicaba cómo, haciendo un día sublime, al acercarse al arrecife, empezaron a arreciar el viento y la lluvia de tal forma que reaccionar era imposible.

Robó el navío hace dos semanas del muelle de Cartagena, lo hizo sin pensar, huyendo de la rutina que lo mataba, de esa vida que lo angustiaba... Cruzó a duras penas el Estrecho de Gibraltar y puso rumbo al Suroeste... esperando llegar algún día a cualquier formación de tierra alejada de la mano de Dios. En el navío había provisiones para varios hombres durante un largo viaje... él iba solo, por lo que no se iba a ver precisado en ningún momento y, si lo necesitaba, era un experto cazador... No le preocupaba el tiempo que durara el viaje. Estaba preparado.

Calculaba que no le quedaba más de una semana para avistar las costas Brasileñas, si no iba muy desviado... en caso de desviarse, quizá diera con las Antillas, esas islas que los que habían estado en El Nuevo Mundo calificaban de hermosas y misteriosas, bañadas por el Mar Caribe.

Sin embargo, en un día claro y azul, a lo lejos avistó una isla que no se hallaba en ningún mapa... le cautivó su belleza, la costa turquesa, la arena blanca y el bosque que se podía ver de un verde penetrante... oscuro y brillante a la vez.

Quiso hacer su escala, y quién sabe si llegada, en aquella isla... puso rumbo hacia ella. Conforme avanzó la tarde... surgieron de repente unas nubes de la nada, o eso quería pensar... En realidad, vio perfectamente como salían del agua... como se desprendían del mar para ascender unos metros y encapotar el cielo con un techo de dolor e ira... parecían oírse incluso agudos gritos. En su subconsciente se decía que era un castigo divino, que Dios lo estaba reprendiendo por haber llevado una vida de dudosa cristiandad.

Los gritos, o truenos, ... o gritos se encrudecieron; el agua empezó a caer con la fuerza en que caen los rayos de la ira de Zeus sobre todo aquél que lo desafía. Los mares empezaron a elevarse y a descender como si el las olas desearan salir de allí y formar parte del Cielo o el Infierno...

En una batida brutal del barco, cayó golpeándose la cabeza en la banda de estribor, no cayó al agua porque tuvo la suerte de quedarse enredado en un cabo que estuvo gran parte de la tormenta dando latigazos a la cubierta.

Un canto bello, angelical... entonces sí que pensó que se encontraba en el Cielo, pero había algo que no entendía, la Gloria no podía ser tan oscura... Se recompuso y se puso en pie... el oleaje había cesado, el mar estaba ahora muerto, no había movimiento alguno; No se oía el viento, se escuchaba perfectamente un canto femenino, una voz amielada que, sin saber cómo, lo atraía. Cogió el timón, y puso rumbo hacia el dulce cantar.

La vio allí, sumergida de cintura para abajo, apoyada en un banco de coral que rozaba la superficie marina, con unos senos turgentes y perfectos acariciados por su cabellera de un extraño color castaño. Unos ojos sensuales y unos labios que incitaban al pecado. ¿Cómo cantaba?, no movía los labios... sólo miraba fijamente al marino, diciéndole con los ojos que iba a darle el placer más intenso que jamás hubo conocido. La extraña luminosidad a su alrededor no hacía otra cosa que atraerlo más aún.

En su alienado ser, no siendo él, sino la marioneta que el canto de la joven manejaba a su antojo, no podía pensar más que en saltar al agua y hacerle el amor a aquel ángel que se había presentado frente a sus ojos... Se quitó la camiseta y así lo hizo; saltó al agua y nadó los veinte metros que lo separaban de ella, se puso enfrente y la besó de forma bestial, con la misma delicadeza del toro iracundo embistiendo a quien lo tortura.

Un salto... ella emergió varios metros sobre el mar en una imagen que atemorizó al marino. No era una mujer... Escamas... una larga cola... Verde, azul, púrpura... En el punto más alto de su salto, la sirena dejó entre ver unos dientes de rape... una inmensa boca, cayó sobre él como la gaviota sobre su presa y aquí terminó todo.

Aquella hija del Demonio demostró que sí había otra vida, la vida inmortal. La vida que ganaba cada vez que se la arrebataba a algún torpe marino que creía encontrar su salvación y que, lo único que hallaría, era la muerte.


"Sirena". De Musaraña Ilustración.



Llevaba mucho sin escribir y tenía que ponerlo en plan tocho, ¿no? Jajaja. Si alguien lo ha leído entero, gracias y espero que te haya gustado.

Hace mucho que tenía en mente esta historia y que no había escrito por falta de tiempo, de inspiración, por pereza... no lo sé muy bien. Y el hecho de escribir algo de terror (decidme que ha dado un pelín de miedo, por favor. Jajaja.) no tiene nada que ver con Halloween que, con perdón, me la trae al pairo. Tampoco tiene nada que ver con que me haya sumergido en el mundo laboral-ingenieril en el sector naval. Como digo, es algo que se fraguaba hacía tiempo.

Prometo ir entrando en vuestros blogs, a ver si le habéis dado más uso que yo estos últimos cinco meses y dejaros algún comentario.

Sabéis que siempre pongo canción, hoy (o estos días) estoy bastante rockero, me apetece mucha caña... pero también me pongo el iTunes y lo dejo en aleatorio a ver lo que suena, dejando sonar casi todos los registros que tengo guardados (¿soy la única persona que escucha una secuencia "clásica-bossanova-punk"? Jajaja).

Creo que para el tema de hoy, la canción que viene que ni pintada, es la paranoia que compusieron estos suecos a los que, la verdad, últimamente les tengo perdida la pista.


Espero volver antes de cinco meses, pero no puedo prometerlo. Igual un día de estos cambio también el diseño y el título del blog... pero tampoco lo prometo. Jajaja.

Gracias a todos.

¡Salud!

VIGÉSIMO TERCER CUENTO. Llueve.

     Son artificiales serpientes eléctricas, blanquecinas y rojas. Y llueve.

     Ella nunca me creyó, pero siempre amé la lluvia, aunque no tanto como pude amarla a ella. Nunca pude amar a nadie como la amaba a ella. Era un mundo, fue ‘Mi Mundo’. Nunca hubo otro océano que el de sus ojos, otras cumbres que sus pechos ni otro valle que el que descendía de su monte de Venus, por donde discurría el río más dulce.

     Dejo de mirar a la calle, el interior es aún más oscuro. Creo ver la sombra de Peter Pan deambulando por la habitación. No.

     "Peter Pan no existe, tienes que madurar", me decía, con la irritación de quien, en el fondo, es igual que tú y te riñe por miedo a descubrir que te quiere por afinidad y no porque puede dominar sus sentimientos según le plazca. Pensé en responderle que en ‘El País de Nunca Jamás’ no hacía falta madurar, pero eso, ella ya lo sabía.

     La cama, deshecha, asilvestrada, como siempre. Todo se riega con una penumbra tuerta y húmeda. Todo es precioso. La belleza de la imperfección. Los moradores de seis patas merodean por su planeta, oscuro y lleno de polvo.

     Miro de nuevo a la calle para ver las banderas verdes ondear sus hojas al viento, las únicas banderas que como personas deberíamos aceptar. Abajo, el agua oscurece el asfalto de la misma manera en la que lo hace con el fondo de un pozo. Apoyado en el alféizar, lloro y empiezo a revolverme el pelo. No quiero volver la cabeza hacia adentro.

     No quiero volver la cabeza hacia dentro porque sé que habrá desaparecido el bello caos que reinaba. Sé que si vuelvo la cabeza, todo estará limpio, sé que entrará mucha luz, sé que se habla emblanquecido todo, cubierto de sol y limpieza. Joder, si miro, el único factor común será la cama deshecha. Pero sobre ella la encontraré de nuevo. La estaré viendo caótica en sí misma, desnuda, risueña, rompiendo la belleza para hacerse suprema sobre cualquier otro elemento, asesinándome con su recuerdo.

     "Je t'aime sur tout!", me gustaba gritarle en mitad del parque, a lo que ella respondía con una enorme sonrisa acompañada de un infantil bailoteo que dirigía el caer de las hojas rojas y amarillas.

     Me dejó, pero no se ha ido. Por eso mantengo mi vista fuera de la habitación, muy lejos, observando todo lo que se puede ver desde la ventana de mi ático, desde este ático de aquel París.

Cualquier día lluvioso de otoño en una ciudad cualquiera...

     Dos meses sin actualizar este rincón del espacio virtual que ocupo. Espero que si alguien sigue pasando por aquí, sepa perdonarme. No hay una explicación, simplemente falta de inspiración. Escribo cuando tengo que hacerlo, no cuando quiero.

     Espero que no se note mucho que este relato se me ha ocurrido al volver del cine, tras ver "Midnight in Paris", del maestro Woody. Os la recomiendo. Me ha parecido una auténtica obra maestra.

     Aprovechando la vuelta tras la época de sequía, he cambiado el formato a esto, creo que el nuevo le puede venir mejor.

     Un relato que he escrito, una película que he visto, una foto cualquiera que me ha gustado y, por último, una canción. Todo está relacionado aunque no lo parezca: París, pasado, amor, nostalgia, dolor... Todo se mezcla en el círculo de la inspiración, pues ella lo trae todo.


     Hoy no me quiero enrollar más en este apartado post-relato. Espero volver antes de que pasen otros dos meses.

Salud. Tomás.

VIGÉSIMO SEGUNDO CUENTO. Santa María.

El doctor Macarius Monk, Catedrático de Metafísica en la "Internationle Akademie für Philosophie" de Liechtenstein Nos brinda un artículo en el que habla de su último libro: "María, la madre que te parió". En el ensayo, el doctor teoriza sobre la presunta maldad de La Virgen María. Podemos leerlo a continuación:

«La Virgen María, mujer repleta de bondad, nació sin el Pecado Original... La Biblia y la comunidad Cristiana nos venden a la que fue la madre de su dios como una mujer santa y que no conoció la maldad en ninguno de sus aspectos. Pues bien, mi libro destapa que todo eso que ha sido vendido al mundo es rotundamente falso. No tenemos más que basarnos en la mera lógica para establecer, no únicamente que no fue una mujer buena, sino que, quizás, estemos ante la mente más retorcida de la Historia, la mujer más mala que ha habido jamás.

La fe cristiana, basada en La Biblia, establecida a conveniencia en el Concilio de Trento excluyó de la historia una serie de datos altamente relevantes, a saber:

Basó toda su historia en una infidelidad... María le fue infiel a su marido José y, aprovechando el credulismo de éste, le endosó la mentira de que había sido fecundada por Dios en toda su bondad, encarnado en paloma a través de su Espíritu Santo... ¡No me fastidien, señores! 

De igual forma, María, una vez tuvo a su hijo, el pequeño bastardo al que José alimentaba, se dedicó a lavarle el cerebro, alimentando su coartada con el finV de que nunca se supiera de su infidelidad, hizo creer al pequeño que era el hijo de Dios. Lo consiguió gracias a que lo educó en el hábito de fumar hachís y del bombardeo subliminal, pues le narraba la historia que había ido urdiendo mientras el niño Jesús dormía.

El joven Jesús fue captando a gente sin muchas inquietudes a los que, si les venía alguien irguiéndose en la divinidad, no les importaba seguirlo y reírle todas sus gracias. Así se formó el grupo de apóstoles.

Así, Jesús fue transmitiendo la historia de su madre, La "Virgen" a sus allegados, y estos a su descendencia... San Pedro Apóstol fundó la Iglesia Católica... donde se veneraba a su amigo Jesús y, sobre todo a su madre, que pasó a ser considerada la mujer más bondadosa de la historia.

Por tanto, puedo afirmar, y lo hago en mi libro, que la fé cristiana, la Iglesia Apostólica y Romana, el rentable negocio histórico que tienen organizado y todas las muertes y la pobreza que ha causado, derivan de una mujer infiel y mentirosa.»

Así pues, si ustedes desean indagar más en el asunto, pueden adquirir el ensayo del doctor Monk en su librería habitual, el ejemplar llega a nuestro país tras haber sido ‘best seller’ en Liechtenstein, Osetia del Sur y Andorra. Deseamos a todos nuestros lectores que pasen una feliz semana. En el próximo número de nuestra revista podrán descubrir todos los detalles de la relación homosexual que mantuvieron Walt Disney y Elvis Presley. Un cordial saludo de este periodista.

"Calle de Sta. María".


Sí, sé que me he rallado mucho en esta historia. Todo ha surgido a raíz de la imagen, que se me ha ocurrido "mientras dormía". Es un pueblo cualquiera de la España profunda en los años sesenta del siglo pasado, supongo que me ha venido a la mente por el pueblo ficticio de Sagrillas, de la serie de televisión "Cuéntame cómo pasó".

Por primera vez, ilustro el blog con una imagen que he dibujado con la tableta gráfica. En mi fotolog se pueden ver el resto de dibujos que he ido haciendo.

Esto no tiene más... No pretendo ofender ni imponer, el texto es una simple sátira absurda que me ha venido a la cabeza.

La canción de hoy no tiene mucha relación con el tema del relato. Pero me gusta y me apetece ponerlo. Jajaja.


Salud. Tomás.

VIGÉSIMO PRIMER CUENTO. El dragón mágico.

"¡Plaf!". Inmerso en la lectura de "El manual de la ciencia de la expresión del rostro" del doctor Louis Kuhne, me sobresalté al escuchar el seco golpe contra la ventana de mi habitación. Treinta segundos después, mi hermana Isa, cuatro años, ojos celestes, como su vestido; carita de no desear mal a nadie, rodillas desolladas con halos amarillentos propios del yodo. Isa se acercó con algo en las manos, agitada y haciendo pucheros.

-Guille... Ha tenido un accidente —dice sollozando mientras abre las manos para mostrarme al pobre gorrión inerte.
-Isa —le respondo, colocando la mano derecha sobre su liso pelo negro—, el gorrión ha muerto, no puedes hacer nada.
—¿Qué gorrión? —replica casi escandalizada— Es "Fuego, el dragón mágico", y es mi amigo, tú eres médico, ¡cúralo!

No pude evitar ese sentimiento de ternura que se siente por los ingenuos, por aquellos inocentes que no saben nada de este mundo.

-Aún no soy médico, cariño, pero te prometo que cuando termine mi carrera, no dejaré que muera ningún otro amiguito tuyo.
—¿Y podrás curar a los que ya no están?

No pude responder. Cogí a Isa y la apreté contra mi pecho mientras corría escaleras abajo hacia el refugio que había en nuestra calle. La sirena había empezado a sonar de forma ensordecedora e implacable. La Legión Cóndor estaba de nuevo sobre Madrid soltando todo su lastre explosivo sobre nuestras cabezas.

Tropecé, no sé con qué me debí golpear. Abrí los ojos. Fuego, mujeres llorando, miembros amputados... Isa, ¿dónde estaba Isa?... Había un cráter en el pavimento a diez metros de mí, me asomé.

Describir la escena me haría recordar aquella pesadilla en vida, una imagen que tengo grabada a fuego desde la córnea hasta el córtex. Fue la peor forma de cumplir mi promesa. Ya no moriría ningún amiguito de Isa, pues nunca iba a tener la oportunidad de tener amigos.


Calle Preciados. Madrid. 1937.


Supongo que, antes o después, tenía que escribir algo sobre la Guerra Civil Española. Es casi inevitable que en la literatura y el cine se siga haciendo referencias a una de las etapas más negras —junto con lo que vino después— de la historia de este país, nación, estado o como guste llamarlo. Yo siempre me referiré a mi tierra como "Mi Tierra", pues físicamente no es otra cosa que tierra, le pinten las rayas que le pinten.

No sé ni cómo ni por qué, siendo ya más de las cuatro de la madrugada y teniendo muchísimo sueño, he sentido el impulso de escribir de esta forma. Supongo que, como siempre, la canción ha influido, pues al escucharla, no he podido evitar pensar en la muerte, en "El Fin", pues, ciertamente, todo tiene su fin.


Salud. Tomás.

VÍGESIMO CUENTO. A tomar por culo.

28 de Enero de 2011.

Querido diario, me voy. He terminado de hacer la maleta, he empaquetado mi acordeón y, hace veinte minutos, he comprado por internet mis billetes de tren Cartagena-Barcelona y Barcelona-París.

Llevo en la maleta dos pares de pantalones, dos camisetas, una camisa, un jersey, una chaqueta, ropa interior, una boina —nunca se sabe, igual en París me sienta mejor que aquí—, un pañuelo palestino y unas alpargatas que heredé de mi abuelo.

He sacado del banco mis 140 Euros sobrantes tras la compra de los billetes, y los he metido en un lugar seguro —¿puedo escribir ‘calzoncillos’, querido diario?—. Me he puesto mis ‘pantakas’ hippies raídos, una camiseta de Marea y una sudadera de los Rolling.

Mi madre me ha dicho que si estoy loco, que cómo se me ocurre, así, de repente, mandarlo todo a tomar por culo e irme... Creo que me tiene celos, a ella siempre le ha encantado París.

Cuando llegue allí, lo que haré antes que nada, será adoptar al primer perro callejero que encuentre, luego buscaré algún albergue donde dormir en invierno. En verano no me importaría dormir en la calle. Viviré de la bohemia, tocaré mi acordeón en las calles durante el día y me trasladaré durante la noche al barrio de Pigalle, a disfrutar de lo que surja: sexo, absenta, hachís... Como sé que tocar el acordeón quizás me dé lo justo para comer, puede que tenga que buscarme una manera para ganar un dinerillo que gastar de noche, así que no descarto ponerme a traficar con cualquier cosa suavecilla o buscar curro en cualquier bareto si me veo necesitado.

Querido diario, tú te quedas aquí, en París no te necesitaré, no tendré esta monótona vida, no tendré tiempo para escribir. Yo voy a hacerme un sandwich, coger la maleta y el acordeón y salir a toda hostia para la estación que, ¡joder!, como se me escape el tren, voy a quedar como un gilipollas.

¡Adiós, querido diario! No, mejor... ¡A tomar por culo!

"Street Music", fotografía de Rui Palha.


Es curioso como ha pasado esto... Este cuento ha surgido de la nada, estaba escuchando la lista aleatoria de música en el ordenador mientras realizaba diversas tareas y, al escuchar "Las têtes raides" de Tiersen, de repente me ha pasado por la cabeza la idea de un tren hacia París... Así que, he cesado en todo lo que estaba haciendo, he centrado la lista de reproducción en las veintiséis canciones que tengo de este genio y me he puesto a escribir. No hay más.


Huelga decir que todo es un cuento, que ni tengo diario —aparte de esto o el Fotolog—, ni idea de marcharme ni afición por el hachís... Simplemente ha fluido todo. Creo que es de lo más natural y espontáneo que he escrito —sea mejor o peor que la porquería que siempre escribo—. Jajaja.

Para concluir, Tiersen en estado puro, la canción que me ha lanzado contra el teclado para escribir esta entrada a un diario que no existe sobre un viaje que no será realizado por una persona que no soy.


Salud. Tomas.

DÉCIMO NOVENO CUENTO. Walk away.

Un paso, dos pasos, tres pasos...

Un abismo. Un abismo es lo que dejó entre su pasado y su presente. No sabía por qué se había ido, la querían de dónde venía, pero ella sentía algo que le impedía permanecer allí. Quizás la querían demasiado, quizás ella no estaba preparada para eso, puede que no supiera corresponder a esos sentimientos que tenían hacia ella. Le entró miedo. Huyó.

En la huida aprendió muchas cosas. Ella aprendió que huir estaba mal, aprendió que el Mundo es enorme. Se dio cuenta de que le encantaba el Mundo, la enormidad y diversidad que representaba. Pero... también supo que no se tenía que haber ido; y supo también que no podía volver.

Continuó caminando. Siguió andando, pero resulta que no había cambiado nada. Pasó de estar perdida entre su gente, entre los que la querían, a estar perdida entre la multitud. Andar por las calles de Tokio era desconsolador, abrumador... Pasó de verse superada por el amor, a verse superada por el desasosiego. Así que, como no tenía otra opción, siguió caminando...

Scarlett Johansson en ‘Lost in translation’ de Sofia Coppola


Noches sin dormir, extraños sueños —y pesadillas—, aburrimiento, depresión de época de exámenes, contradicciones, recuerdos de películas, canciones... Creo que he citado casi todas las fuentes de inspiración que hacen que un día como hoy, me ponga a escribir.

La canción, la que da el título, ‘Walk away’ (Alejarse) de Franz Ferdinand. El hecho de caminar solo, no sé por qué, pero me hace imaginarme un Tokio nocturno en el que la inmensidad y la multitud no hacen más que aislarte, y eso me lleva un poco a ‘Lost in translation’, película de Sofia Coppola que me encantó, en la que tanto Scarlett Johansson como Bill Murray, se salen de lo convencional para interpretar de forma sublime a unos extraños y solitarios personajes.

Aquí os dejo la canción citada, una de las primeras que me gusto de los escoceses FF.


Salud. Tomás.

DÉCIMO OCTAVO CUENTO. Drácula no quiere ir al dentista.

¡El correo! Hace tiempo que nadie envía cartas al conde, por ello se sobresalta y va ilusionado hasta el buzón para recoger con afán el sobre que ha echado dentro el cartero. Pero siento daros un disgusto —al igual que el que se ha llevado el conde al ver la carta—, es una citación de su dentista, diciéndole que la semana próxima ha de acudir a su revisión a última hora de la tarde, como él siempre pide.

El conde Drácula no quiere ir al dentista, nunca le ha gustado; además, hay una fuerza poderosa que lo detiene. Drácula no entiende este mundo, no le gusta. Él era feliz cuando, en el siglo XIX, cuando podía campar a sus anchas por Londres sin que estuviera mal visto todo lo que hiciera, pero ha sido mover el palito un sitio hacia la derecha (XXI) y todo se ha derrumbado. ¡Por Satán, es un vampiro!, ¿a qué se va a dedicar?, ¿a darle de comer a las palomas en un banco del parque?

Dejó de salir de su casa porque le daban escalofríos. Pasaba por enfrente de escaparates y veía libros de vampiros adolescentes que no mataban y brillaban a la luz del Sol, algo que le hacía murmurar blasfemias mientras seguía caminando por la acera con la cabeza gacha. Si quería raptar a una joven para alimentarse y asustar a sus allegados, ya lo trataban de asesino y pervertido, nadie entendía que era su naturaleza. El mundo empezó a darle asco al ver que uno tiene que renunciar a lo que es para encajar entre los demás. Es por esto que el conde no quiere ir al dentista, y no quiere salir de su casa. Ya sólo sale cuando tiene un hambre atroz, actúa lo más rápido posible y vuelve a casa a refugiarse, para que el mundo no le abrume. Dado que la televisión no es una opción, dada su repugnancia, se sume en la lectura de libros que lleva leyendo durante siglos y se sabe de memoria, pero que, al menos, hablan de algo digno de ser leído. El conde lleva mucho tiempo deprimido. La vida puede ser eterna, pero la edad no perdona, y son muchos años los que lleva sumido en la misma monotonía.

Drácula acaba de sentarse en su ‘bureau’, ha cogido su pluma, la ha hundido en el tintero enrojecido y se dispone a escribir una carta a su dentista, rogando que le disculpe porque no acudirá a su cita. Es cuando al conde se le escapa una leve sonrisa, aún tiene la suerte de disfrutar de algunos pequeños placeres, como escribir cartas con sangre de vírgenes utilizando su pluma dorada de águila real y empleando un exquisito lenguaje decimonónico.


Gary Oldman en su genial interpretación de Drácula.

La inspiración en este caso viene de varias fuentes. La fuente principal es que me estoy leyendo (terminando) Drácula de Bram Stoker y, el otro día, teniendo que acompañar a mi abuela al dentista, me preparé el libro para podérmelo llevar y así no aburrirme en la sala de espera, pero el libro se quedó en mi casa, olvidado. Gracias a esto hojeé una revista en la que encontré un póster de Machete, pero esa es otra historia. De ahí que me viniera a la cabeza la ‘graciosa idea’ de que "Drácula no quiere ir al dentista".

Aparte, también vi esta semana la película sueca "Déjame entrar" de Tomas Alfredson (basada en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist). La recomiendo a todo aquél que disfrute del género vampírico crudo y real (aunque no exento de originalidad), no como el de la famosa saga que todos conocemos y que me niego a pronunciar.

Aprovecho para satirizar un poco sobre la hipocresía del mundo en que vivimos. Pues quién mejor que un malo para enfrentarse a esta ‘perfección’ que nos rodea, basada en leyes, normas, moralidad, estandarización y restricciones en general.

Os dejo con una canción de EUKZ (El Último Ke Zierre) que también aborda un poco el tema del bien y el mal y cuyo título acompaña al texto de hoy.


El Último Ke Zierre - El conde Crápula.


Salud. Tomás.

DÉCIMO SÉPTIMO CUENTO. Patadas al Sol.

Seis en punto. Empezó a rugir el maldito despertador, ¡ese vil hijo de puta! Tú te levantaste de la cama de una forma que casi me dolió. Me asusté. Te vi agarrar el diabólico artefacto y estrellarlo en la pared deseando que la atravesara y se fuera a otra dimensión; sin embargo, el reloj impactó rabiosamente contra el pálido muro —justo debajo de la réplica del "Bleu II" de Miró— y se hizo trizas. El antiguo despertador quedó esparcido por el espacio de aquélla, la que entonces era mi habitación.

Contemplé todo desde la cama. Una onírica y surrealista escena que, al no poder distinguir entre real o fruto de mi imaginación, me otorgó el papel de simple espectador, sin poder presentar ninguna reacción acorde a lo que estaba sucediendo.

Eran las seis de la tarde. Una alarma, accionada por el arribar de un par de agujas a una posición concreta de la esfera del reloj, nos hizo despertar de aquel sueño.

Seis y cinco minutos. El Sol se iba, poco a poco, sonrojado... El Sol se iba. Me pediste que me fuera con él. Ninguna patada pudo dolerme más en toda mi vida.

Ni siquiera me vestí. Bajé de la cama, descalzo. Bajé a la calle y empecé a andar, desnudo, descalzo, vacío... La calle estaba llena de gente, pero a mí no me vio nadie. Dejé de existir en ese momento en que el puto despertador decidió amargarnos con su grito. «Ha llegado tu hora», parecía decir. «¡Desaparece!», y desaparecí de tu vida para siempre; y desaparecí de mi vida. Y nunca más volví a ser yo; y nunca más volví a ser...

Bleu II. Joan Miró.


Escrito el 13 de Noviembre de 2010.

Este relato surgió de madrugada. Muy de madrugada. Fue al finalizar el concierto de ‘Rulo y la Contrabanda’ (Anteriormente ‘La Fuga’) en una noche que fue bastante buena, pero en la que me entró una repentina angustia tardía. Me gusta este grupo. Siempre he hecho hincapié en lo tristes que son sus canciones, manque pese a ciertas personas. Jajaja. En dicho concierto, Rulo, el cantante, totalmente en solitario, sin más compañía que la de su guitarra, tocó una canción que no esperaba: "La balada del despertador". Al llegar a casa, tras el concierto, no podía quitármela de la cabeza, así que me senté frente al ordenador y salió esto de entre sus teclas.


PD: Como dije, éste es el primer relato inédito y el último escrito tiempo antes de su publicación (el último por tanto, en que figurará la leyenda de "Escrito el...", ya que el resto, serán escritos el mismo día de su publicación) así que, a partir de ahora, no sé por dónde se irán los designios de "Inspiração", paranoias y demás. Yo, me despido por hoy.

Salud. Tomás.

DÉCIMO SEXTO CUENTO. La edad de las piedras.

Tras una noche reunido con mi intelecto, llegué a la conclusión de que cambiaría, gustoso, todo este asfixiante humo por alimentos en crudo y una absurda y plácida oscuridad.

Una de las mañanas del Viña Rock 2010.


Escrito el 19 de Octubre de 2010.

No confundir con La Edad de Piedra... No hablo de Prehistoria en este "micro-relato" —el más "micro" de todos, sin duda—. Me resulta complicado explicarle la temática de este texto a alguien que no sea yo mismo. Hay que leerlo entre líneas, hay que entender lo que no se dice.

Éste es el último relato que publiqué en el Fotolog. Tengo "atrasado" otro relato, que escribí a mediados de Noviembre, ése será el primero inédito y último de la recopilación. Y, a partir de ahí, será cuando ya vaya publicando conforme escriba.

Hoy, estoy obligado —placenteramente obligado— a poner un gran tema de Gritando en Silencio que, curiosamente, aún no "han pasado" por este blog. Gritando en Silencio me encantó desde que los descubrí por casualidad con su primera maqueta. Hoy por hoy, son, junto con Sínkope —ya visitantes en de este rincón en una ocasión anterior—, son el grupo que más "me dice". Os recomiendo el vídeo en directo. También dejo los enlaces de las dos partes de la canción en su versión grabada en estudio y presente en el disco ‘Contratiempo’.


Salud. Tomás.

DÉCIMO QUINTO CUENTO. Examen.

Llegué al aula a la hora del examen, un poco justo de tiempo porque mis compañeros ya se habían sentado. Me quedé bastante arrinconado al fondo a la izquierda de la clase. Al tomar asiento, descubrí la única hoja de la que se componía el vital examen. Esto me hizo presuponer que era sencillo. El esperpéntico profesor dio permiso para empezar, así pues, di la vuelta a la hoja y comencé a leer:

«1. ¿Cuál es el número exacto de estrellas que se encuentran en el Universo?
2. ¿Por qué se suicidó Vincent van Gogh?
3. ¿Cómo se llamaba el soldado turco que le disparó en la mano a Miguel de Cervantes en Lepanto?
4. Calcula todas las cifras que componen el número Infinito.
5. ¿Cuál era el color favorito de Pablo Picasso?
6. ¿Cuánto aire hay en la atmósfera del planeta Tierra?
7. Enumera en orden cronológico todos los factores que influyen en una relación amorosa.
8. ¿A qué velocidad y en qué dirección soplaba el viento en el ‘Circuit de la Sarthe’ cuando Tazio Nuvolari cruzó la meta el 18 de Junio de 1933?
9. Cita un grupo de música del que nunca has oído hablar.
10. Haz un resumen en veinticinco palabras de la situación socio-política mundial.»

En efecto. Me dije: "Ésta es la mía". Cogí mi bolígrafo negro y rellené los datos personales en la cabecera del folio y, sin necesidad de pensar más, situé el bolígrafo en el hueco en blanco que quedaba entre la última pregunta y el final de la hoja y escribí en letra mayúscula y subrayada: «SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA» y, satisfecho, lo dejé en la mesa del profesor para dirigirme al exterior con una inmensa sonrisa. En el mismo momento en que crucé la puerta, la sonrisa se desvaneció de repente al reparar en un detalle: Había sido demasiado fácil.

Muerte de Sócrates. Pintura de Jacques-Louis David (1787).



Escrito el 22 de Junio de 2010.

Aquí me inspiré un poco en la segunda parte de "Los gemidos de la vecina", relato del cantautor Ismael Serrano. Si tenéis quince minutos, escuchad los enlaces que os dejo más abajo, creedme que merece la pena. No hay mucho más. También intenté que se viera la conclusión de que, nada es tan complicado, ni nada es tan sencillo... Que la vida está llena de dificultades y de cosas que te pasan solas, fácilmente. Que cada situación es única y que algo que parece sencillo puede ser muy complicado y viceversa.

Os dejo con el citado relato:


Feliz año nuevo a todos. Espero que lo empecéis con las ventanas abiertas (si habéis escuchado el relato, lo entenderéis). Jajaja.

Salud. Tomás.