VÍGESIMO CUENTO. A tomar por culo.

28 de Enero de 2011.

Querido diario, me voy. He terminado de hacer la maleta, he empaquetado mi acordeón y, hace veinte minutos, he comprado por internet mis billetes de tren Cartagena-Barcelona y Barcelona-París.

Llevo en la maleta dos pares de pantalones, dos camisetas, una camisa, un jersey, una chaqueta, ropa interior, una boina —nunca se sabe, igual en París me sienta mejor que aquí—, un pañuelo palestino y unas alpargatas que heredé de mi abuelo.

He sacado del banco mis 140 Euros sobrantes tras la compra de los billetes, y los he metido en un lugar seguro —¿puedo escribir ‘calzoncillos’, querido diario?—. Me he puesto mis ‘pantakas’ hippies raídos, una camiseta de Marea y una sudadera de los Rolling.

Mi madre me ha dicho que si estoy loco, que cómo se me ocurre, así, de repente, mandarlo todo a tomar por culo e irme... Creo que me tiene celos, a ella siempre le ha encantado París.

Cuando llegue allí, lo que haré antes que nada, será adoptar al primer perro callejero que encuentre, luego buscaré algún albergue donde dormir en invierno. En verano no me importaría dormir en la calle. Viviré de la bohemia, tocaré mi acordeón en las calles durante el día y me trasladaré durante la noche al barrio de Pigalle, a disfrutar de lo que surja: sexo, absenta, hachís... Como sé que tocar el acordeón quizás me dé lo justo para comer, puede que tenga que buscarme una manera para ganar un dinerillo que gastar de noche, así que no descarto ponerme a traficar con cualquier cosa suavecilla o buscar curro en cualquier bareto si me veo necesitado.

Querido diario, tú te quedas aquí, en París no te necesitaré, no tendré esta monótona vida, no tendré tiempo para escribir. Yo voy a hacerme un sandwich, coger la maleta y el acordeón y salir a toda hostia para la estación que, ¡joder!, como se me escape el tren, voy a quedar como un gilipollas.

¡Adiós, querido diario! No, mejor... ¡A tomar por culo!

"Street Music", fotografía de Rui Palha.


Es curioso como ha pasado esto... Este cuento ha surgido de la nada, estaba escuchando la lista aleatoria de música en el ordenador mientras realizaba diversas tareas y, al escuchar "Las têtes raides" de Tiersen, de repente me ha pasado por la cabeza la idea de un tren hacia París... Así que, he cesado en todo lo que estaba haciendo, he centrado la lista de reproducción en las veintiséis canciones que tengo de este genio y me he puesto a escribir. No hay más.


Huelga decir que todo es un cuento, que ni tengo diario —aparte de esto o el Fotolog—, ni idea de marcharme ni afición por el hachís... Simplemente ha fluido todo. Creo que es de lo más natural y espontáneo que he escrito —sea mejor o peor que la porquería que siempre escribo—. Jajaja.

Para concluir, Tiersen en estado puro, la canción que me ha lanzado contra el teclado para escribir esta entrada a un diario que no existe sobre un viaje que no será realizado por una persona que no soy.


Salud. Tomas.

DÉCIMO NOVENO CUENTO. Walk away.

Un paso, dos pasos, tres pasos...

Un abismo. Un abismo es lo que dejó entre su pasado y su presente. No sabía por qué se había ido, la querían de dónde venía, pero ella sentía algo que le impedía permanecer allí. Quizás la querían demasiado, quizás ella no estaba preparada para eso, puede que no supiera corresponder a esos sentimientos que tenían hacia ella. Le entró miedo. Huyó.

En la huida aprendió muchas cosas. Ella aprendió que huir estaba mal, aprendió que el Mundo es enorme. Se dio cuenta de que le encantaba el Mundo, la enormidad y diversidad que representaba. Pero... también supo que no se tenía que haber ido; y supo también que no podía volver.

Continuó caminando. Siguió andando, pero resulta que no había cambiado nada. Pasó de estar perdida entre su gente, entre los que la querían, a estar perdida entre la multitud. Andar por las calles de Tokio era desconsolador, abrumador... Pasó de verse superada por el amor, a verse superada por el desasosiego. Así que, como no tenía otra opción, siguió caminando...

Scarlett Johansson en ‘Lost in translation’ de Sofia Coppola


Noches sin dormir, extraños sueños —y pesadillas—, aburrimiento, depresión de época de exámenes, contradicciones, recuerdos de películas, canciones... Creo que he citado casi todas las fuentes de inspiración que hacen que un día como hoy, me ponga a escribir.

La canción, la que da el título, ‘Walk away’ (Alejarse) de Franz Ferdinand. El hecho de caminar solo, no sé por qué, pero me hace imaginarme un Tokio nocturno en el que la inmensidad y la multitud no hacen más que aislarte, y eso me lleva un poco a ‘Lost in translation’, película de Sofia Coppola que me encantó, en la que tanto Scarlett Johansson como Bill Murray, se salen de lo convencional para interpretar de forma sublime a unos extraños y solitarios personajes.

Aquí os dejo la canción citada, una de las primeras que me gusto de los escoceses FF.


Salud. Tomás.

DÉCIMO OCTAVO CUENTO. Drácula no quiere ir al dentista.

¡El correo! Hace tiempo que nadie envía cartas al conde, por ello se sobresalta y va ilusionado hasta el buzón para recoger con afán el sobre que ha echado dentro el cartero. Pero siento daros un disgusto —al igual que el que se ha llevado el conde al ver la carta—, es una citación de su dentista, diciéndole que la semana próxima ha de acudir a su revisión a última hora de la tarde, como él siempre pide.

El conde Drácula no quiere ir al dentista, nunca le ha gustado; además, hay una fuerza poderosa que lo detiene. Drácula no entiende este mundo, no le gusta. Él era feliz cuando, en el siglo XIX, cuando podía campar a sus anchas por Londres sin que estuviera mal visto todo lo que hiciera, pero ha sido mover el palito un sitio hacia la derecha (XXI) y todo se ha derrumbado. ¡Por Satán, es un vampiro!, ¿a qué se va a dedicar?, ¿a darle de comer a las palomas en un banco del parque?

Dejó de salir de su casa porque le daban escalofríos. Pasaba por enfrente de escaparates y veía libros de vampiros adolescentes que no mataban y brillaban a la luz del Sol, algo que le hacía murmurar blasfemias mientras seguía caminando por la acera con la cabeza gacha. Si quería raptar a una joven para alimentarse y asustar a sus allegados, ya lo trataban de asesino y pervertido, nadie entendía que era su naturaleza. El mundo empezó a darle asco al ver que uno tiene que renunciar a lo que es para encajar entre los demás. Es por esto que el conde no quiere ir al dentista, y no quiere salir de su casa. Ya sólo sale cuando tiene un hambre atroz, actúa lo más rápido posible y vuelve a casa a refugiarse, para que el mundo no le abrume. Dado que la televisión no es una opción, dada su repugnancia, se sume en la lectura de libros que lleva leyendo durante siglos y se sabe de memoria, pero que, al menos, hablan de algo digno de ser leído. El conde lleva mucho tiempo deprimido. La vida puede ser eterna, pero la edad no perdona, y son muchos años los que lleva sumido en la misma monotonía.

Drácula acaba de sentarse en su ‘bureau’, ha cogido su pluma, la ha hundido en el tintero enrojecido y se dispone a escribir una carta a su dentista, rogando que le disculpe porque no acudirá a su cita. Es cuando al conde se le escapa una leve sonrisa, aún tiene la suerte de disfrutar de algunos pequeños placeres, como escribir cartas con sangre de vírgenes utilizando su pluma dorada de águila real y empleando un exquisito lenguaje decimonónico.


Gary Oldman en su genial interpretación de Drácula.

La inspiración en este caso viene de varias fuentes. La fuente principal es que me estoy leyendo (terminando) Drácula de Bram Stoker y, el otro día, teniendo que acompañar a mi abuela al dentista, me preparé el libro para podérmelo llevar y así no aburrirme en la sala de espera, pero el libro se quedó en mi casa, olvidado. Gracias a esto hojeé una revista en la que encontré un póster de Machete, pero esa es otra historia. De ahí que me viniera a la cabeza la ‘graciosa idea’ de que "Drácula no quiere ir al dentista".

Aparte, también vi esta semana la película sueca "Déjame entrar" de Tomas Alfredson (basada en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist). La recomiendo a todo aquél que disfrute del género vampírico crudo y real (aunque no exento de originalidad), no como el de la famosa saga que todos conocemos y que me niego a pronunciar.

Aprovecho para satirizar un poco sobre la hipocresía del mundo en que vivimos. Pues quién mejor que un malo para enfrentarse a esta ‘perfección’ que nos rodea, basada en leyes, normas, moralidad, estandarización y restricciones en general.

Os dejo con una canción de EUKZ (El Último Ke Zierre) que también aborda un poco el tema del bien y el mal y cuyo título acompaña al texto de hoy.


El Último Ke Zierre - El conde Crápula.


Salud. Tomás.

DÉCIMO SÉPTIMO CUENTO. Patadas al Sol.

Seis en punto. Empezó a rugir el maldito despertador, ¡ese vil hijo de puta! Tú te levantaste de la cama de una forma que casi me dolió. Me asusté. Te vi agarrar el diabólico artefacto y estrellarlo en la pared deseando que la atravesara y se fuera a otra dimensión; sin embargo, el reloj impactó rabiosamente contra el pálido muro —justo debajo de la réplica del "Bleu II" de Miró— y se hizo trizas. El antiguo despertador quedó esparcido por el espacio de aquélla, la que entonces era mi habitación.

Contemplé todo desde la cama. Una onírica y surrealista escena que, al no poder distinguir entre real o fruto de mi imaginación, me otorgó el papel de simple espectador, sin poder presentar ninguna reacción acorde a lo que estaba sucediendo.

Eran las seis de la tarde. Una alarma, accionada por el arribar de un par de agujas a una posición concreta de la esfera del reloj, nos hizo despertar de aquel sueño.

Seis y cinco minutos. El Sol se iba, poco a poco, sonrojado... El Sol se iba. Me pediste que me fuera con él. Ninguna patada pudo dolerme más en toda mi vida.

Ni siquiera me vestí. Bajé de la cama, descalzo. Bajé a la calle y empecé a andar, desnudo, descalzo, vacío... La calle estaba llena de gente, pero a mí no me vio nadie. Dejé de existir en ese momento en que el puto despertador decidió amargarnos con su grito. «Ha llegado tu hora», parecía decir. «¡Desaparece!», y desaparecí de tu vida para siempre; y desaparecí de mi vida. Y nunca más volví a ser yo; y nunca más volví a ser...

Bleu II. Joan Miró.


Escrito el 13 de Noviembre de 2010.

Este relato surgió de madrugada. Muy de madrugada. Fue al finalizar el concierto de ‘Rulo y la Contrabanda’ (Anteriormente ‘La Fuga’) en una noche que fue bastante buena, pero en la que me entró una repentina angustia tardía. Me gusta este grupo. Siempre he hecho hincapié en lo tristes que son sus canciones, manque pese a ciertas personas. Jajaja. En dicho concierto, Rulo, el cantante, totalmente en solitario, sin más compañía que la de su guitarra, tocó una canción que no esperaba: "La balada del despertador". Al llegar a casa, tras el concierto, no podía quitármela de la cabeza, así que me senté frente al ordenador y salió esto de entre sus teclas.


PD: Como dije, éste es el primer relato inédito y el último escrito tiempo antes de su publicación (el último por tanto, en que figurará la leyenda de "Escrito el...", ya que el resto, serán escritos el mismo día de su publicación) así que, a partir de ahora, no sé por dónde se irán los designios de "Inspiração", paranoias y demás. Yo, me despido por hoy.

Salud. Tomás.

DÉCIMO SEXTO CUENTO. La edad de las piedras.

Tras una noche reunido con mi intelecto, llegué a la conclusión de que cambiaría, gustoso, todo este asfixiante humo por alimentos en crudo y una absurda y plácida oscuridad.

Una de las mañanas del Viña Rock 2010.


Escrito el 19 de Octubre de 2010.

No confundir con La Edad de Piedra... No hablo de Prehistoria en este "micro-relato" —el más "micro" de todos, sin duda—. Me resulta complicado explicarle la temática de este texto a alguien que no sea yo mismo. Hay que leerlo entre líneas, hay que entender lo que no se dice.

Éste es el último relato que publiqué en el Fotolog. Tengo "atrasado" otro relato, que escribí a mediados de Noviembre, ése será el primero inédito y último de la recopilación. Y, a partir de ahí, será cuando ya vaya publicando conforme escriba.

Hoy, estoy obligado —placenteramente obligado— a poner un gran tema de Gritando en Silencio que, curiosamente, aún no "han pasado" por este blog. Gritando en Silencio me encantó desde que los descubrí por casualidad con su primera maqueta. Hoy por hoy, son, junto con Sínkope —ya visitantes en de este rincón en una ocasión anterior—, son el grupo que más "me dice". Os recomiendo el vídeo en directo. También dejo los enlaces de las dos partes de la canción en su versión grabada en estudio y presente en el disco ‘Contratiempo’.


Salud. Tomás.

DÉCIMO QUINTO CUENTO. Examen.

Llegué al aula a la hora del examen, un poco justo de tiempo porque mis compañeros ya se habían sentado. Me quedé bastante arrinconado al fondo a la izquierda de la clase. Al tomar asiento, descubrí la única hoja de la que se componía el vital examen. Esto me hizo presuponer que era sencillo. El esperpéntico profesor dio permiso para empezar, así pues, di la vuelta a la hoja y comencé a leer:

«1. ¿Cuál es el número exacto de estrellas que se encuentran en el Universo?
2. ¿Por qué se suicidó Vincent van Gogh?
3. ¿Cómo se llamaba el soldado turco que le disparó en la mano a Miguel de Cervantes en Lepanto?
4. Calcula todas las cifras que componen el número Infinito.
5. ¿Cuál era el color favorito de Pablo Picasso?
6. ¿Cuánto aire hay en la atmósfera del planeta Tierra?
7. Enumera en orden cronológico todos los factores que influyen en una relación amorosa.
8. ¿A qué velocidad y en qué dirección soplaba el viento en el ‘Circuit de la Sarthe’ cuando Tazio Nuvolari cruzó la meta el 18 de Junio de 1933?
9. Cita un grupo de música del que nunca has oído hablar.
10. Haz un resumen en veinticinco palabras de la situación socio-política mundial.»

En efecto. Me dije: "Ésta es la mía". Cogí mi bolígrafo negro y rellené los datos personales en la cabecera del folio y, sin necesidad de pensar más, situé el bolígrafo en el hueco en blanco que quedaba entre la última pregunta y el final de la hoja y escribí en letra mayúscula y subrayada: «SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA» y, satisfecho, lo dejé en la mesa del profesor para dirigirme al exterior con una inmensa sonrisa. En el mismo momento en que crucé la puerta, la sonrisa se desvaneció de repente al reparar en un detalle: Había sido demasiado fácil.

Muerte de Sócrates. Pintura de Jacques-Louis David (1787).



Escrito el 22 de Junio de 2010.

Aquí me inspiré un poco en la segunda parte de "Los gemidos de la vecina", relato del cantautor Ismael Serrano. Si tenéis quince minutos, escuchad los enlaces que os dejo más abajo, creedme que merece la pena. No hay mucho más. También intenté que se viera la conclusión de que, nada es tan complicado, ni nada es tan sencillo... Que la vida está llena de dificultades y de cosas que te pasan solas, fácilmente. Que cada situación es única y que algo que parece sencillo puede ser muy complicado y viceversa.

Os dejo con el citado relato:


Feliz año nuevo a todos. Espero que lo empecéis con las ventanas abiertas (si habéis escuchado el relato, lo entenderéis). Jajaja.

Salud. Tomás.