TERCER CUENTO. Zapatos rojos.

Me desperté mareado, aturdido, apenas acerté a ver en mi reloj que eran las cinco de la madrugada. Súbitamente, me di cuenta de que aquella no era mi habitación, me encontraba en una cama vieja y haraposa, con unas sábanas marrones corroídas de quemaduras y manchas inclasificables. El techo era de un color que no sabría distinguir, entre el ocre y el musgoso. Enseguida supe que me encontraba en la habitación de una pensión cualquiera del casco antiguo de la ciudad.

De pronto, mi olfato captó un olor a vainilla que se acercaba por mi derecha, me incorporé en la cama y miré hacia la ventana abierta. Allí estaba ella. Cristina apuraba uno de sus cigarrillos aromatizados, apoyada en la repisa con la vista perdida en la noche. Su pálida tez resplandecía a la luz de la Luna y su largo cabello azabache caía melódicamente sobre su perfecta espalda. No sé si en ese momento mi mente se quedó en blanco o si, por el contrario, procesó una infinidad de ideas simultáneas. A duras penas, conseguí lanzar al aire una pregunta: —¿Qué ha pasado esta noche, Cristina?—. Ella, sin apartar la vista del exterior, me contestó que la misión de aquel cigarrillo que fumaba era responder a esa misma pregunta.

Cristina terminó su cigarro mientras yo permanecía inmóvil ya durante varios minutos. Se enfundó el vestido estampado en flores que moldeaba su cuerpo a la perfección, se puso el abrigo, introduciendo en el bolsillo izquierdo de éste sus piezas negras de lencería, se arrodilló y nuestras caras quedaron separadas por un palmo de aire. Entonces, sus carnosos labios bermejos articularon una frase que nunca podré olvidar: —Hemos cometido un grave error, hemos violado nuestra amistad—. Totalmente helado, asistí a la escena de como Cristina se calzaba aquellos zapatos puntiagudos y excesivamente rojos que tanto apreciaba, después, sólo acerté a oírla bajar las escaleras a un paso tan rápido como sus tacones le permitieron. Nunca más supe de ella.

Zapatos rojos.


Escrito el 13 de Noviembre de 2008.

Esta historia no sé exactamente cómo surgió. En el momento en el que lo escribí, estaba bastante tocado en lo referente a las migrañas —cosa bastante común en mí— y, con migrañas, casi siempre me ha resultado más fácil desvariar. Hoy en día, creo que me  imagino este relato con cierto toque al cine negro de antes, con el protagonista atorado en una situación de la que no puede salir por su adicción a una femme fatale que cualquier espectador sabe de antemano que será su perdición. Lo veo en blanco y negro pero ayudado, de forma casi despreciable, por luces de neón de distintos colores presentes en un barrio noctámbulo de una ciudad cualquiera. ¿Inspiración musical?, ¿prenda y color?... Mujer misteriosa y zapatos rojos... ¡Medias negras! La canción de un genio.
Joaquín Sabina - Medias negras

Salud. Tomás.

2 comentarios:

  1. Fetichista XD
    Esta historia ya la lei en su momento en tu fotolog, pero lo he vuelto a hacer, y como entonces me gustó... ya lo dije, soy tu fan!!
    algun dia ire al estreno de tu libro... me lo firmaras, verdad??

    el womad, no es mi estilo pero oir musica al aire libre tomando unas copas en la cálida noche canaria...es el estilo de todo el mundo, casi...

    Eiii si te animas, ya sabes!

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  2. "Hemos cometido un grave error, hemos violado nuestra amistad". Debo decirlo, amé esa frase. Supongo que es por la experiencia y la comparación, pero la amé de verdad.

    Ps hombre, con todo respeto. Si las migrañas te ayudan a desvariar y de esa forma y escribir así ¡Arriba las migrañas! Porque este relato ha estado excelente. Tienes razón, tiene un aire cinematográfico muy estilo cine cincuenton.

    Pero es curioso, porque aunque si puedo imaginar la escena en blanco y negro (Que le pega muy bien de verdad) es como si el vestido y los zapatos tuvieran la necesidad de cobrar color para que todo tenga más sentido. Y el chico en la cama, en la duda, siga en blanco y negro. Si, muy bueno de verdad...

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