SEXTO CUENTO. [Vista, oído, olfato, tacto...] Y gusto.

Todo empezó por una caída. Martín tropezó debido a su borrachera —lo de salir los jueves no le sentaba bien— y comenzó a dar volteretas a gran velocidad pendiente abajo por el paseo del parque, sólo pudo frenar de golpe contra una farola que se apagó por el fuerte impacto. Martín perdió el conocimiento hasta que se vio sacudido por dos fuertes guantazos en su cara —directo en la izquierda y revés en la derecha—. Abrió los ojos, allí estaba ella, indescriptible... No fue capaz de asimilar sus bellos rasgos hasta que permaneció todo un minuto en silencio observándola, sin escuchar siquiera sus preguntas.

—¿Estás bien? —decía ella—. Oye, ¡espabila!, ¿estás bien?

Así durante unos segundos en los que la joven empezó a asustarse dado que aquel chaval no abría la boca y la miraba totalmente ido.

—Eh, chico, ¿cómo estás?, dí algo por favor —seguía insistiendo ella, casi rogando.

Entonces, él comenzó a oírla y el resto de sonidos de la calle a esa hora, aún sin luz, en la que todo el mundo arrancaba el coche para ir a trabajar se callaron para dejar su limpia y dulce voz en el aire.

Martín sólo la miraba fijamente y pensaba "qué voz más bonita tiene", pero no decía nada. Un instante después, empezó a percibir su olor; supo, sin saber por qué, que no olía a perfume, sino a champú... Se le hacía un tanto raro darse cuenta de un detalle tan extraño, pero no podía dejar de inspirar ese intenso y agradable olor. Martín ya había conseguido verla, oírla y olerla; eso era un avance teniendo en cuenta su estado inicial.


La chica, al darse cuenta de que él volvía en sí, le dio la mano e incluso se molestó en tirar con todas sus fuerzas para levantarlo. Martín ya no estaba ebrio, ahora estaba embriagado, totalmente enamorado, confundido y con ganas de pronunciar dos palabras que, sin embargo, su lengua no acertaba a articular. Ahora que sabía como eran sus facciones, su dulce voz, su fresco aroma y el suave tacto de su mano, Martín no sabía cómo hacer para experimentar la única forma en que no había sentido a esa chica; pensó y decidió ser directo —en realidad no lo decidió, salió sin más; no le hizo falta ni pensar, era algo que tenía muy claro—.


—Te quiero— dijo por fin, en no más que un leve susurro.

Clara sostuvo la mirada del chicho hasta darse cuenta que sus ojos delataban la más profunda sinceridad, pudo oír el palpitar de su corazón; Clara también olía el nerviosismo que él, al hacerle tal confesión, emanaba; y, por medio del tacto de la mano que aún tenían sujeta el uno al otro, Clara pudo notar como ese joven al que acababa de despertar, temblaba. Lo tuvo claro, no sabía por qué, pero distinguió a Martín de tantos otros que había conocido Supo que era especial. Era irrevocable, Clara también estaba enamorada. Sin dudarlo un instante más, lo agarró por la nuca y lo besó.

El sabor de sus labios, de sus lenguas y del cielo de sus bocas, superaba abismalmente a cualquiera de los otros cuatro sentidos que ambos habían percibido del otro ni de ninguna otra persona en el mundo.



Beso. Fotografía de Carmen Mª Lorente Hernández.


Escrito el 11 de Febrero de 2009.

Esta historia, hoy la veo un poco como comedia romántica. La inspiración supongo que vino de las ensoñaciones pre-matinales en Alcoy al volver de fiesta algún jueves —convertido ya en viernes—. Como toda comedia romántica, es surrealista y absurda, pero es lo que me salió en ese momento.

Me he tomado la libertad de retocar una foto y publicarla aún sin permiso de su legítima dueña, aunque espero que no me mate por ello, que sabe que lo hago porque amo sus fotos casi tanto como a ella.

La entrada de hoy, la publico porque, al fregar los platos —ejercicio para el que siempre me acompaño de música— ha sonado una canción de Coralie Clément y, recordando que, según el orden, el próximo cuento que tocaba publicar era éste, he pensado que no había mejor momento, que Coralie me ha llamado a hacerlo.


Salud. Tomás.

1 comentario:

  1. Como dije antes, Arriba las migrañas. ¡Arriba fregar los platos!

    Es verdad, el cuento es muy "amor a primera vista". Pero lo que me gustó fue el juego de los sentidos con ese tópico tan común. Fue una gran diferencia de lo que normalmente se lee.

    Y es que es así, hay que sentir a las personas de todas las formas posibles. Sin importar el tiempo o el lugar.

    Estaré pendiente del próximo! =) Buenas madrugadas chico!

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