VIGÉSIMO PRIMER CUENTO. El dragón mágico.

"¡Plaf!". Inmerso en la lectura de "El manual de la ciencia de la expresión del rostro" del doctor Louis Kuhne, me sobresalté al escuchar el seco golpe contra la ventana de mi habitación. Treinta segundos después, mi hermana Isa, cuatro años, ojos celestes, como su vestido; carita de no desear mal a nadie, rodillas desolladas con halos amarillentos propios del yodo. Isa se acercó con algo en las manos, agitada y haciendo pucheros.

-Guille... Ha tenido un accidente —dice sollozando mientras abre las manos para mostrarme al pobre gorrión inerte.
-Isa —le respondo, colocando la mano derecha sobre su liso pelo negro—, el gorrión ha muerto, no puedes hacer nada.
—¿Qué gorrión? —replica casi escandalizada— Es "Fuego, el dragón mágico", y es mi amigo, tú eres médico, ¡cúralo!

No pude evitar ese sentimiento de ternura que se siente por los ingenuos, por aquellos inocentes que no saben nada de este mundo.

-Aún no soy médico, cariño, pero te prometo que cuando termine mi carrera, no dejaré que muera ningún otro amiguito tuyo.
—¿Y podrás curar a los que ya no están?

No pude responder. Cogí a Isa y la apreté contra mi pecho mientras corría escaleras abajo hacia el refugio que había en nuestra calle. La sirena había empezado a sonar de forma ensordecedora e implacable. La Legión Cóndor estaba de nuevo sobre Madrid soltando todo su lastre explosivo sobre nuestras cabezas.

Tropecé, no sé con qué me debí golpear. Abrí los ojos. Fuego, mujeres llorando, miembros amputados... Isa, ¿dónde estaba Isa?... Había un cráter en el pavimento a diez metros de mí, me asomé.

Describir la escena me haría recordar aquella pesadilla en vida, una imagen que tengo grabada a fuego desde la córnea hasta el córtex. Fue la peor forma de cumplir mi promesa. Ya no moriría ningún amiguito de Isa, pues nunca iba a tener la oportunidad de tener amigos.


Calle Preciados. Madrid. 1937.


Supongo que, antes o después, tenía que escribir algo sobre la Guerra Civil Española. Es casi inevitable que en la literatura y el cine se siga haciendo referencias a una de las etapas más negras —junto con lo que vino después— de la historia de este país, nación, estado o como guste llamarlo. Yo siempre me referiré a mi tierra como "Mi Tierra", pues físicamente no es otra cosa que tierra, le pinten las rayas que le pinten.

No sé ni cómo ni por qué, siendo ya más de las cuatro de la madrugada y teniendo muchísimo sueño, he sentido el impulso de escribir de esta forma. Supongo que, como siempre, la canción ha influido, pues al escucharla, no he podido evitar pensar en la muerte, en "El Fin", pues, ciertamente, todo tiene su fin.


Salud. Tomás.

1 comentario:

  1. pasate y sigueme en mi blog :D
    http://zombiesyotrosmales.blogspot.com/

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